La comunicación es tan simple y compleja a la vez. La simpleza no le quita profundidad. La complejidad no le quita posibilidad. La pregunta con la que siempre empiezo es… ¿cuál es el mensaje? ¿Eres capaz de sintetizar en una sola idea lo que quieres comunicar?
Estas preguntas, aunque parezcan tan básicas, en muchas oportunidades, no se tienen de forma clara las respuestas y es ahí donde empiezan los problemas o bloqueos a la hora de comunicar.
La teoría de la información de Claude E. Shannon y Warren Weaver (también conocida como teoría matemática de la información), que por muchos años estudié, con los elementos: emisor, receptor, código, canal, mensaje y retroalimentación entre otros, genera una mirada simplista de un proceso comunicacional.
Definitivamente es ilustrativa para identificar algunos elementos que intervienen en la comunicación humana, más la misma no se produce generalmente de forma lineal y secuencial.
Es sumamente importante entender qué y para qué queremos transmitir una idea. Si el mensaje es claro y sólido, encontrar el cómo será un proceso mucho más fácil.
Los medios son sólo eso, “medios”. Si no se tiene contenido relevante y un claro mensaje que comunicar, solo se suma al ruido ensordecedor en el tráfico de estímulos diarios por llamar la atención.
Por eso, antes de avanzar en el cómo y dónde, simplifica en una idea cuál es tu mensaje.
No es el único paso para lograr conexión real con tu público, sin embargo, es un muy buen principio que seguro te ahorrará algunas vueltas en vano.