Comunicación interna

Hablar de comunicación interna es hablar de uno de los públicos primarios para cualquier organización. ¿Cómo llegaremos a nuestros clientes si no somos capaces de comunicar eficientemente a nuestros colaboradores?

Esta lógica de pensamiento, comienza a tener fuerza en los últimos tiempos, desarrollándose una serie incógnitas en relación a este tema.

¿Quién maneja la comunicación interna? ¿Qué medios utilizamos? ¿Quiénes generan los contenidos? ¿Eventos? ¿Activaciones? ¿Qué impacto tiene?

En la presentación realizada por Gonzalo Vázquez, en noviembre pasado durante el curso “Gestión de Personas y Crisis en Equipos de Trabajo” realizado en la Universidad Camilo José Cela y organizado por la Universidad de Columbia – Pos grado, mencionó que actualmente la comunicación interna se consolida como disciplina empresarial y que aporta una mirada 360 grados, haciendo alusión a su evolución y a la necesidad que abarque a toda la organización.

Más allá de los medios o del área responsable, es crucial entender a la comunicación como parte de la estrategia hacia dentro. Cuando las empresas son pequeñas, y todo es manejado por pocas personas, no se siente en principio la ausencia de estrategias, mensajes, canales y procesos de comunicación interna porque generalmente los fundadores son quienes abarcan gran parte de las tareas y están vinculados al propósito. A medida que se crece, la situación se complica, y puede sostenerse un tiempo. Incluso, no darnos cuenta del costo que está generando no gestionar nuestra comunicación: problemas de satisfacción de clientes, información incompleta o fuera de tiempo, falta de comprensión del negocio de la compañía por parte de los empleados, confusiones en tareas, doble trabajo, pérdida de tiempo y de ventas, mal clima laboral, etc.

 Y cuando hablo de gestionar la comunicación interna, no queda relegada solo a la administración de los canales (intranet, revistas, pizarras, boletines, etc.) ni a la organización de eventos (día del trabajador, aniversarios, fiesta de fin de año, etc.) sino aprovecharla como una herramienta para la construcción, afianzamiento o cambio de cultura en las organizaciones.  

Según publicaciones en un diario local, el director de BW Comunicación Interna Paraguay, Andrés Stremiz, en el Diagnóstico de Comunicación Interna 2017 realizado en Paraguay, donde participaron más de 80 empresas que gestionan las comunicaciones internas, aun el trabajo del área “… está más relacionado a la tarea de la emisión dentro de la empresa. Es decir, se trabaja más en la gestión de canales para comunicar algunas noticias, emitir lo que la empresa le quiere contar a los colaboradores». (ABCColor, 2018)

En ese sentido, la escucha en las empresas y el involucramiento activo de los colaboradores en las comunicaciones de la organización, genera mayor compromiso y productividad, como también menciona Stremiz pero aún se trabaja poco con ese enfoque.

Bajo estos resultados, queda claro el camino que aún le queda por transitar a la comunicación interna en nuestro país.

Celebro que empecemos a hablar de la comunicación más allá de los soportes en las entrañas de las empresas. Es el principio.

Se hace camino al andar …

Me había preparado teóricamente. Desde videos explicativos hasta blog con los tips y las experiencias más variadas.

Y pese a todo, cuando llegó el día, mi corazón estaba agitado, y no estaba sincronizada. Sí, mi mente, mi cuerpo y mi alma andaban palpitantes y separadas, entre las horas desfasadas de sueño y la semana intensa de conferencias y competencias vividas en la Universidad previamente.
Inicié el camino a Santiago de Compostela con el clásico clima de Galicia de la temporada otoño-invierno: nublado, frío y lluvia, para mi suerte solo una garúa.
A medida que avanzaba, y me alejaba de la ciudad que tenía como punto de partida, mis ojos se llenaron de un verde vibrante y cobrizo paisaje, de un silencio solo interrumpido por el crujir de las hojas a cada paso y un aroma ácido y dulce propio de las campiñas entre el bagazo de las uvas y la bosta de vaca.
Y escuché con suma conciencia mi respiración jadeante, delatando el estado físico fruto de tantos años en mis castillos de melamina, tras las cuestas interminables del norte de España.
Silencio, frío, y el sol haciendo lucir la paleta de colores de la serena Galicia.
La soledad justa y la compañía oportuna de peregrinos en los tramos necesarios, me hicieron sentir el guiño cariñoso del Todopoderoso.
No era la temporada del bullicio y el trajinar multitudinario. Fue un tiempo regalado que me permitió en cada paso integrar mi alma a mi mente y cuerpo.
Y es así que comprendí que se hace camino al andar, porque un mismo sendero lleva a distintos puntos, de acuerdo a la necesidad del peregrino que lo recorre.

Resignificar el fracaso

¿Qué te viene a la mente cuando dices la palabra fracaso? ¿Fallar, error?

Me llega a la cabeza la frase que escuche muchas veces y también la dije “Todo mal”. Tajante, hiriente y paralizante. Sin opciones ni posibilidades.

En el proceso del coaching se trabaja el observador que somos. Más allá de los hechos, el mundo interpretativo en nuestra cabeza.

Y me puse a pensar, un bebé que está gateando e intenta pararse, fracasa y varias veces, pero él no lo sabe. No tiene ese significado las caídas tras cada intento.

Un maratonista con un buen tiempo en una carrera, no pudo sostener ese tiempo al principio. Corrió y entrenó su cuerpo y mente muchas veces antes de llegar a ese resultado.

¿Qué es lo que distingue un fracaso de un éxito?

Para mis dos cosas son angulares. Aunque implique un tiempo mayor al dedicado con tan solo enumerarlas.

La perseverancia y la resignificación del fracaso.

Si podemos hackear a nuestra mente con las ideas negativas que llegan a nuestra cabeza cada vez que no nos salen las cosas como quisiéramos y comprendieramos que las caídas son parte del proceso. Que lograr resultados son horas de prácticas y que eso implica conquistar el hábito de la perseverancia. Tal vez, nuestras experiencias sean distintas.

Muchos de estos conceptos están muy arraigados con prejuicios del entorno, la educación formal (mecanicista y memorística) que tachaba con bolígrafo rojo tus caídas. Con una cultura competitiva y no competente; individual y no colaborativa.

La famosa anécdota de Edison que circula por las redes cuando se le consultaba por los más de mil fallos en su intento de crear la bombilla de luz y su inteligente respuesta de que él no había fracasado sino descubierto mil formas de cómo no hacer la bombilla eléctrica.

Creo interesante, resignificar los conceptos, emociones, sentimientos que nos genera esa palabra.

Y si desde ahora, en vez de decirnos que hemos fracasado, simplemente dijéramos que hemos dado un paso más hacia el éxito.

Y si de ahora en más, cada fracaso, lo entendemos como parte de un proceso de aprendizaje.

Y si de ahora en más, cada fracaso, significa que tienes valor y coraje para intentarlo

Y si de ahora en más, cada fracaso, significa que estás ¡vivo!

Resignifica esa palabra, y estoy segura que tu mochila se hará más liviana, avanzarás en tus pasos y disfrutarás más la vida.

El silencio

Asistí a una charla donde unos Coaches españoles compartían algunas distinciones, llevando a la reflexión sobre el siempre vigente y no del todo comprendido término “liderazgo”. Y esa comprensión hacia alusión a los tiempos que vivimos.

Lo que quiero compartir es una reflexión que me suscitó el comentario de un participante al concluir la charla, que juzgo era extranjero por el acento. Expresaba que las generaciones más jóvenes hablan. No tienen miedo a expresarse y las anteriores solo permanecen en silencio ante una charla como lo que habíamos escuchado. Y presumo que ese comentario surgía tras el silencio del auditorio. Mi primera reacción fue… ¿qué generación soy yo? No hablo porque no hay nada más que decir. Luego, me hizo pensar que el silencio comunica algo.

Y uniendo a lo expresado por el disertante previamente: “todas las preguntas siempre son contestadas”, aunque no te la digan. Así que cuando realices una pregunta, piensa bien el resultado que quieres lograr y desde qué estado de ánimo la fórmulas. Aunque no te digan nada, en el silencio de las personas, hay una respuesta en sus cabezas.

Por otra parte, me conectó con la idea de nuestra historia y cultura paraguaya. Desde nuestros inicios, la manera en que hemos sobrevivido ha sido en el silencio. Eso no significa que no teníamos ideas propias, ni falta de coraje, y hay muchas muestras de eso, pero ¿fue una actitud de silencio y prudencia, tal vez interpretada como una apatía,  lo que nos sirvió en el pasado para sobrevivir? Hoy se va rompiendo esa práctica. Estimo que es lo que se está dando con las nuevas generaciones. Lo interesante, creo yo, sería poder equilibrar.  Siento que somos una cultura con mucha fuerza en lo oral y desde el silencio, hay mucha comunicación.

Aprender a escuchar es la clave de las comunicaciones. La comunicación es la clave de las relaciones decían. Entonces, ¿si sabemos escuchar lo que se dice desde el silencio, podremos comunicarnos mejor los paraguayos?

El cuerpo comunica.

Muy en moda está la frase que “te dice tu cuerpo”,  sobre todo para quienes estamos en el mundo del desarrollo personal a través de distintas modalidades.

En nuestra evolución humana, el cuerpo estuvo antes que el lenguaje.  Entonces, es lógico pensar que tiene más tiempo desarrollado y, sin embargo, es de alguna manera como el área más desconocida. La división cuerpo y mente, genera conflictos que llevan a escuchar en tantas oportunidades frases como “necesito re-conectarme”

Recobrar nuestra intuición y reconocer cómo se manifiesta mi cuerpo ante situaciones en las que estoy conforme y en las que me siento incómoda ha sido un importante eureka en mi vida. Y entender que a través de él puedo generar estados emocionales que me ayuden a lograr mis objetivos.

Esto no significa desvalorar la mente o la razón sino simplemente volver a balancear los distintos mecanismos de comunicación que tenemos con nosotros mismos.

Considero la vigencia de la inteligencia emocional hoy día, como un intento de reivindicar al ser humano. Frases como controla tus emociones, para mí se alejan de la capacidad de escuchar que nos cuenta nuestro cuerpo. Con eso no celebro el descontrol, sino simplemente pienso que más que dominar se trata de reconocer en esas emociones, manifestada también corporalmente (ganas de llorar, necesidad de alejarse, ganas de abrazar, de jugar etc.) que nos dice esa sabiduría que llevamos dentro.  Es que si no lo hacemos y nos elevamos con el aprendizaje que nos deja, volverá una y otra vez.

Como una herramienta de aprendizaje y trascendencia personal, el cuerpo es también un válido interlocutor.

¿Has escuchado tu cuerpo últimamente? ¿Qué te dice?